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Análisis: Las consecuencias de la victoria (parcial) de Apple en el ‘juicio del año’

Lunes 27 de Agosto, 2012

Si Steve Jobs estuviera vivo, estaría muy contento. La decisión del jurado de Apple contra Samsung le dio la razón. Su última pelea fue por el entonces supuesto robo de la propiedad intelectual de su empresa por parte de los fabricantes de Android, en especial de la firma coreana: “Voy a destruir Android porque es un producto robado. Estoy dispuesto a ir a una guerra termonuclear […] Quiero que dejen de utilizar nuestras ideas en Android, eso es todo lo que quiero“, dijo en varias ocasiones, según la biografía escrita por Walter Isaacson. La decisión del jurado, que ordenó una indemnización de 1.050 millones de dólares, le da la razón.

 

Apple ya había obtenido otras victorias en tribunales en el pasado. La misma jueza que presidió este juicio, Lucy Koh, había condenado a Samsung a retirar momentáneamente el Galaxy Nexus, mientras se decidía si infringía o no patentes de Apple. Sin embargo, esa decisión solo duró unos días y pudo ser reversada con una pequeña modificación en el sistema operativo. Lo que pasó este viernes es mucho más grande, y mucho más importante. ¿Por qué?

El impacto de la decisión.

La primera razón es la publicidad que ha recibido el juicio. Este caso estaba siendo seguido más allá del nicho tecnológico. Los diarios generalistas y la ‘gente de a pie’ comenzaba a enterarse de los pormenores. Eso sin contar con los ‘fanboys’ de lado y lado, que –como si de un evento deportivo se tratara– hacían fuerza por un bando o por otro, e incluso insultaban a sus adversarios sin desparpajo.

Esta decisión es el desenlace de esta película, y probablemente es lo único que recordaremos en unos años. Nadie se va a acordar del nudo: las minucias técnicas, las notas de color, los argumentos de una parte y de otra que conocimos a lo largo del juicio. Si esto queda así tras las apelaciones, Samsung pasará a la historia como una compañía plagiaria. Aunque tiene excelentes productos y una reputación indiscutible, le va a ser muy difícil quitarse ese estigma. Y en el mundo tecnológico, nadie quiere a los ‘copiones’.

La segunda razón es la presión adicional que esto le impone a la compañía surcoreana. En adelante, Samsung no solo tendrá que esforzarse por hacer muy buenos productos, sino por hacer que estos se vean y se sientan diferentes a los de Apple. Con el Galaxy S III parece que ya comenzó a andar por ese camino –tanto, que algunas críticas decían que ese teléfono parecía diseñado por abogados–. Ahora, es muy poco probable que haya otro producto Samsung tan parecido a uno de Apple como el Galaxy Tab 10.1 con respecto al iPad.

A la larga, eso puede ser bueno para la firma coreana. Con la serie Note y el mismo S II, por ejemplo, se comenzó a ver una identidad propia de Samsung y una línea de productos que responden a ella. Ahora, el mundo tecnológico va a estar mucho más pendiente de si los lanzamientos de Samsung –o de cualquier otra compañía– se parecen o no a los de Apple –o a los de cualquier otra compañía–.

Y eso lleva a la tercera razón: como señala The New York Times, ningún otro fabricante de Android va a poder ‘inspirarse’ en los dispositivos de Apple. Con esta decisión, la firma de la manzana podría encontrar argumentos para entablar nuevas demandas contra otras empresas, y –más importante aún– disuadirlas de parecerse a ellos en el futuro. Si con el iPhone 5 –que probablemente saldrá muy pronto– Apple sigue marcando el ritmo de la industria de dispositivos móviles, a los demás fabricantes solo les quedarán dos opciones. O innovar por su cuenta, o hacer acuerdos con Apple. Eso último es lo que, por ejemplo, hizo Microsoft.

¿Qué tanto se puede patentar?

Una pregunta que queda en el aire tras el veredicto es si el sistema de patentes hizo crisis. Se supone que las patentes protegen la innovación y garantizan que los desarrollos e inventos sirvan para el lucro de sus creadores. Y han funcionado muy bien, generando incentivos para la innovación y permitiendo la construcción de grandes empresas y fortunas con base en ellas. Pero, quizás, ya han ido demasiado lejos.

Entre las patentes que el jurado declaró válidas están las del diseño rectangular del iPhone y el iPad. Cuando Apple las defendió en la corte, algunos comentaristas de ENTER.CO decían jocosamente que lo que la firma de la manzana quería demostrar es que Steve Jobs había inventado el rectángulo. Ese diseño es el que tienen casi todos los teléfonos de pantalla táctil hoy en día, y es muy complicado concebir que algo tan general sea atribuible a un único inventor y, por lo tanto, patentable.

Hasta donde la conocemos, la decisión protege algunas patentes que en otros países fueron invalidadas. El mismo día que se conoció el veredicto, un panel de jueces de Corea del Sur afirmó que si bien Samsung había violado una patente de Apple, no se trataba de esa patente particular sobre la forma del dispositivo. Es claro que no hay un consenso mundial sobre los límites de lo que es patentable, y los jurados estadounidenses jugaron por lo seguro.

Algunos de los gestos patentados son hoy un estándar de los dispositivos táctiles. El gesto de alejar y acercar una imagen pellizcando la pantalla y haciendo el movimiento inverso, por ejemplo, funciona hoy en todos los smartphones, tablets e incluso los trackpads de los computadores portátiles. Según el Gobierno de Estados Unidos, es invención de Apple; pero todo el mundo lo utiliza. ¿Debe ser Apple recompensada o no por ello? Ese es parte del dilema.

Aquí no se puede olvidar que hay formas de saltarse las patentes. Por ejemplo: Nintendo patentó la famosa ‘cruz’ de sus controles, que permite mover el juego en cualquier dirección. En lugar de pagar, los demás fabricantes de consolas decidieron hacer una pequeña modificación en sus propias ‘cruces’, bien sea cambiando su diseño o añadiendo algunas flechas más. Una solución que no protegió la invención de Nintendo –además la patente expiró en 2005–, pero que hizo posible el desarrollo de la industria de los videojuegos.

Al final, y si esto queda así –insisto–, Apple ganó porque protegió la que reclamaba como su propiedad intelectual. Después de muerto, Steve Jobs parece haber probado su argumento. Los demás jugadores de esta industria deberán mover sus fichas para ver si este resultado los fortalece o los debilita.

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