Julián Escobar, un joven de 22 años de Envigado, Antioquia, despierta la envidia de muchos de sus amigos porque desde el año pasado cumplió lo que, para muchos, no deja de ser una utopía: ganarse la vida jugando un videojuego.
Gracias a su destreza en League of Legends, recibe un sueldo por competir profesionalmente y forma parte de un selecto grupo de colombianos que empieza a destacarse en el campo de los deportes electrónicos.
Escobar, también conocido por el seudónimo de Julaxe en las lides virtuales de League of Legends, empezó a jugar hace seis años, pero desde 2016 empezó a participar en la Copa Latinoamericana Norte de League of Legends. Forma parte del equipo Dash9, un quinteto conformado por dos colombianos (él y Alejandro Restrepo), dos peruanos (Miguel Ángel Aylas y Alonso Pacheco) y un argentino (Nicolás Ale). El entrenador es el también colombiano Gerson Castaño.
Este año, participará en la Liga Latinoamericana Norte de League of Legends.
Julián Escobar estuvo en Colombia promocionando el lanzamiento de los últimos computadores para ‘gamers’ de la línea Omen de HP y EL TIEMPO tuvo la oportunidad de hablar con él sobre su vida como ‘gamer’ profesional.
¿Cómo les fue el año pasado en la Copa Latinoamericana?
Dash9 es uno de los mejores diez equipos de la región en la actualidad. Sin embargo, el año pasado la mayor parte del equipo lo conformamos novatos en la escena profesional. Nuestras expectativas no fueron tan altas porque, aunque tenemos talento, nos faltaba experiencia. Al final, quedamos de séptimos. Este año hemos logrado importantes patrocinios y esperamos superar nuestra participación del 2016.
¿Cómo es un día de trabajo normal para los integrantes de Dash 9?
Nos levantamos a las 10 de la mañana y, después de desayunar, nos ponemos a hacer ejercicio. Estar en condiciones físicas óptimas es esencial, incluso en los deportes electrónicos. Desde las 11 hasta las 2 entrenamos de forma individual. En ese lapso, nos enfocamos en mejorar nuestro estilo, nuestra técnica. Desde las 2 de la tarde, iniciamos las prácticas en equipo y concluimos ese bloque a las 5 de la tarde. Enseguida entramos a analizar, por una hora, las jugadas realizadas, los errores y los aciertos. De 6 de la tarde a 9 de la noche competimos contra otros equipos para después volver a analizar los detalles de nuestra actuación. La jornada laboral puede concluir con una salida en equipo, donde nos conocemos mejor, o leyendo guías en foros especializados para aprender nuevas técnicas. Es una jornada de 12 horas.
¿Cómo se convirtió en profesional?
En un principio, no era más que un sueño. Las opciones de ingresar a la escena profesional se incrementaron en los últimos años porque Riot Games empezó a impulsar torneos en Latinoamérica. Intenté llegar a la escena profesional por dos años. Era muy difícil. Lo intenté con varios equipos y no lo lograba. Al principio, perdía y perdía. Pero si quería ser profesional, tenía que dejar la tristeza a un lado y seguir adelante. En las penúltimas clasificatorias de junio del año pasado logramos calificar para volvernos profesionales. Yo estudiaba mecatrónica, pero tuve que dejarlo. Fue complejo convencer a mi familia, pero lo relevante era mi convicción. Ahora tengo un contrato firmado y entreno en una casa en Toluca (México). Es un sueño.
Según un estudio reciente de la consultora NewZoo, el mercado de los deportes electrónicos (o e-sports, por su nombre en inglés) generará ingresos por 696 millones de dólares, 41 por ciento más que el año pasado. La audiencia sigue creciendo y ya suma alrededor de 394 millones de espectadores. El jugador que más ha ganado con este oficio (Saahil Arora, jugador de Dota2, oriundo de Estados Unidos) acumula un botín de 2,7 millones de dólares en 5 años de actividad profesional.
FUENTE: http://www.eltiempo.com/tecnosfera/videojuegos/asi-vive-un-jugador-profesional-de-videojuegos-83442